NO TE CORRAS TODAVÍA

—¿Estás segura de que quieres esto? —preguntó—. Porque, eh... estoy un poco duro y tú no puedes conmigo —dijo mientras miraba lo duro que estaba su polla a través de sus calzoncillos.

—Déjame ver —dijo ella—. Y él se puso de rodillas y la dejó sentarse. Ella se inclinó hacia él y luego metió la mano en sus pantalones y sacó su polla. Ella jadeó sorprendida cuando vio lo grande que era, su mano no podía agarrar completamente su polla, así que lo agarró por la cabeza. La punta de su polla estaba hinchada y roja. Tenía venas a lo largo de su polla que mostraban lo duro que estaba. Se lamió el labio, preguntándose cómo encajaría él dentro de ella —aún quiero que metas tu polla dentro de mí —dijo de nuevo mientras frotaba su mano alrededor de la cabeza de su polla.

Él se estremeció en reacción y rápidamente agarró su brazo y la inmovilizó sobre la cama. Agarró su muslo, la atrajo hacia él y abrió sus piernas.