QUIERO FOLLARTE

Ann siguió a Marcos desde atrás mientras él la llevaba a la sala de sexo. Se preguntaba por qué la había traído, ¿sería para tener sexo con ella? El solo pensamiento lo hizo le hizo palpitar la concha al entrar a la habitación.

—Señor, ¿por qué me ha traído aquí? —preguntó, pero él no respondió. Ann lo observó mientras se acercaba al cajón y sacaba una vela roja.

—Esto —finalmente habló mientras le mostraba la vela en su mano antes de meter de nuevo la mano en el cajón y sacar una pequeña botella de aceite, luego caminó hacia ella.

—¿Vas a usar la vela en mí? —preguntó Ann, preguntándose para qué necesitaría una vela. Solo tenía curiosidad por saberlo.

Marcos suspiró, luego se acercó a ella y le sujetó la barbilla antes de levantarla para mirar su rostro. —No quiero que tengas miedo. No te hará daño, tampoco te quemará —le aseguró y ella tragó saliva y asintió con la cabeza.

—Está bien, señor.