Nathan estaba conmocionado, su expresión llena de dudas. —Sophia, ¿es... es verdad lo que dijo Emily?
Sophia apretó los dientes con rabia. —¡No! Emily, ¿qué pruebas tienes de que fui la amante de alguien?
—Tengo muchas pruebas —Emily cruzó sus brazos, mirándola fríamente—. Cuando llegaste por primera vez a esta ciudad, usaste mi tarjeta de crédito durante un tiempo. Conozco todos tus registros de gastos. ¡Visitaste un obstetra-ginecólogo una vez, y el examen fue por un embarazo!
El rostro de Sophia se puso pálido al instante.
Estaba desconcertada, queriendo explicar, pero esta situación la tomó desprevenida. Había pasado por alto esto. Cuando llegó por primera vez a esta ciudad, no tenía dinero y de hecho usó la tarjeta de crédito de Emily. Ella naturalmente conocía sus facturas...
Viendo la reacción de Sophia, el corazón de Nathan se tensó. —Sophia, dime la verdad.