Miranda había conocido a Jackson durante años y entendía su temperamento demasiado bien.
No había forma de que fuera a evitar esta conversación hoy.
Entonces, ella permaneció en silencio, aceptando lo inevitable.
La frustración de Jackson estaba a punto de desbordarse. —Hace tres años, estuviste en cirugía, embarazada e inconsciente. Los médicos necesitaban una firma, y yo firmé por ti. Me dije que en cuanto despertaras, me aseguraría de que te casaras conmigo. Vicente no preguntó, ¿verdad? Nunca preguntó por ti en estos tres años. Lo sabes, ¿no? Mientras te recuperabas, él heredó la fortuna de su familia, adquirió el imperio Reed y expandió su propio negocio. Ha prosperado—ni rastro de desesperación, nada de arrepentimiento.
Miranda abrió la boca para responder, pero Jackson levantó una mano, silenciándola.