Seis horas después, el avión aterrizó suavemente en el Aeropuerto JFK de Ciudad de Nueva York.
La primera acción de Steven al encender su teléfono fue llamar a su jefe para informar de su llegada. Como ni él ni Emily tenían equipaje, pasaron por alto la recogida de maletas y se apresuraron a pasar la aduana, saliendo directamente del terminal.
—Dylan nos está esperando en la entrada —dijo Steven.
Emily asintió, sin sorprenderse.
Cuando Dylan vio a Emily, su saludo fue tan amable y cordial como siempre. —Miranda, hace tiempo que no nos vemos.
Emily sonrió levemente. —No tanto. Nos acabamos de ver la semana pasada en Roma.
—Cierto, pero para algunas personas, un día separados se siente como una eternidad, y qué decir de tres años —dijo Dylan, con sus palabras llevando un atisbo de significado.
Emily fingió no notar la insinuación.