—¿Jefe? —llamó Dylan suavemente cerca de su oído.
—Emily... —Vicente parecía no escuchar a Dylan, o tal vez todavía estaba en un sueño.
Sin embargo, incluso en su estado inconsciente, su voz era ronca y áspera, acompañada de sonidos dolorosos al respirar. Era como si cada palabra que pronunciaba causara un sufrimiento inmenso. Sus cuerdas vocales todavía estaban en un estado frágil, y acababa de ser trasladado a una habitación regular.
Dylan miró a Emily y, sin darle oportunidad de responder, decidió estabilizar primero la situación. —Miranda, el jefe se enfermó repentinamente, y tenemos algunos proyectos internacionales que requieren atención hoy. Necesito volver a la oficina lo antes posible. ¿Podrías quedarte con él un rato? Haré que Steven venga para ayudar.
Emily permaneció en silencio.