421 Dilo Claramente

Emily casi tropieza al salir corriendo de su habitación. Hizo señas a un taxi y saltó adentro. —Lléveme al Hospital St. Mary's, por favor, lo más rápido posible.

Las calles estaban tranquilas a esa hora tardía, y el auto avanzaba con facilidad. El conductor la miró en el espejo retrovisor, ofreciendo una palabra amable:

—No se preocupe, señorita. Todo va a estar bien.

Emily tardó un momento en responder, luego dijo un rápido agradecimiento. —Yo... No estoy tan preocupada.

—Estás aquí fuera en tu bata de baño; definitivamente parece que tienes prisa —suspiró el conductor—. ¿Incluso cogiste tu cartera?

Emily explicó apresuradamente:

—Tengo mi teléfono, puedo pagarte en línea.

—No me preocupa que pagues. Pero una mujer, vestida así y a estas horas de la noche, es peligroso. Incluso si tienes prisa, tienes que protegerte.

Solo entonces Emily se dio cuenta de su estado. Aún estaba con su bata de baño del hotel y pantuflas, con el cabello húmedo y goteando agua.