—Tadeas no está bebiendo tanto como debería y mis pechos están produciendo más leche de la necesaria. Necesito sacar el exceso por eso están hinchados, pero no tenemos la máquina aquí, así que debo hacerlo yo misma con mis manos.
—¿Entonces por qué aún no lo has hecho? —preguntó él.
—Duele cuando los toco, pensé que cuando Tadeas se alimente más tarde hoy el dolor se aliviará.
—¿Te duele demasiado? —Su voz está llena de preocupación, sus ojos se suavizan ante mi verdad.
—Sí.
—¿Por qué no me hablaste de tu malestar antes, mi fresia? A veces siento que no deseas recibir mi apoyo —hay una profunda molestia que él no disimula tanto en el tono de su voz como en su expresión facial.
—No es así, Fobos. Esto es asunto de mujeres y no puedo hablarte de estas cosas.