Abandónala

El hombre no tenía respuestas para esas preguntas. Ni él mismo podía explicar cómo se había sentido tan vulnerable delante de su esposa. Él nunca querría realmente que ella lo viera así. Él en su totalidad ya era considerado raro por la mayoría de la gente, y estaba seguro de que ella pensaba lo mismo, aunque nunca lo demostrara ni lo dijera. Su colapso emocional probablemente ya había empeorado las cosas.

—Ya han pasado cuatro años desde que tuviste un colapso de ese tipo. ¿Qué hacemos? ¿Deberíamos llamar?

—Estoy bien —dijo Valeric—. Malinterpreté lo que vi en sus ojos. Estoy bien. No voy a pasar por eso otra vez y tener que sentarme horas solo conmigo mismo.

—Pero sabes que esa es la única manera de sanar. Tienes que-

—¿Quieres que la abandone?

—Val-