Márcame

—¿Era esto obra de su calor o estaba perdiendo la cabeza?

El clímax llegó y ella respiraba rápidamente, tratando de bajar de su euforia. Él deslizó sus dedos húmedos a través de su plano vientre, dibujando juguetonamente un círculo alrededor de su ombligo. —Bonito, tu ombligo es lindo.

Pero ella ni siquiera podía responderle, a pesar de oír sus palabras claramente. Todo lo que podía hacer era sonreír aturdida para sí misma, divertida de que él encontrase lindo su mero ombligo. —Eres muy hermosa, esposa.

—¿Lo soy? —murmuró con respiraciones pesadas y su mirada se elevó hacia su rostro, asintiendo—. Mucho. Te adoro.

—Val... —ella susurró y tiró de su cabeza hacia abajo con un puñado de su pelo—. No me digas así. Me harás llorar.

Él no podía entender por qué sus palabras la harían llorar y todo lo que podía hacer era besar la punta de su nariz, diciendo —Llámame así de nuevo.

—…¿Val?