Figura En Un Rincón

El efecto fue inmediato. Su cuerpo se destruyó bajo la fuerza de cada embestida, cada una más intensa que la anterior. Su ritmo era brutal, implacable, y ella intentaba igualar su ritmo, sus respiraciones entrecortadas mientras él la penetraba con abandono imprudente. Juraría que él estaba reorganizando su interior con cada poderosa embestida.

¿Siempre había sido tan desvergonzada? Pero, ¿cómo podía ser culpada cuando él era tan bueno? Cada movimiento, cada golpe contra ella, la enviaba en espiral hacia un placer tan intenso que se enrollaba dentro de ella como un resorte, listo para romperse.

La habitación estaba llena de sus sonidos —sus gemidos sin aliento, sus profundos gruñidos guturales y el inconfundible ritmo de sus cuerpos uniéndose. El eco de su hacer el amor rebotaba en las paredes, intensificando el calor entre ellos.

Incluso cuando Esme alcanzaba el pico del placer, él no se detuvo, ni su ritmo disminuyó, llevándola más profundamente a la sensación que la abrumaba.