Mata a su lobo

—¿Estás... vivo? —La pregunta salió de sus labios en el instante en que su mirada aterrizó en Esme, como si su mente luchara por registrar su presencia como real. Su expresión oscilaba entre la incredulidad y el asombro mientras sus ojos buscaban su rostro, queriendo confirmar lo imposible.

Pero Esme apenas se inmutó ante su reacción. Se mantuvo imperturbable, su silencio alimentando su desconcierto, pero entonces Leonardo se inclinó hacia adelante, su voz suave pero con un dejo de molestia mientras susurraba.

—Puedo hacer que se calle si quieres —Su oferta era indudablemente tentadora, pero Esme sacudió la cabeza con una leve sonrisa.

Había pasado mucho tiempo desde que enfrentó a Dahmer por última vez, y ni siquiera sabía que él estaba entre las víctimas que habían sido drogadas.