Poema Para La Venganza

Despertando con un jadeo, Donovan se encontró rodeado por un vacío opresivo. La oscuridad era tan profunda e inflexible que devoraba cualquier rastro de luz. Era más fría y mucho más sofocante que cualquier oscuridad que hubiera conocido antes.

Para él, el espacio era inquietantemente familiar, tirando del borde deshilachado de su memoria con una sensación que le enviaba un escalofrío por la espalda. Algo sobre este lugar susurraba peligro, y una alarma urgente e instintiva latía en su pecho.

No estaba destinado a estar aquí.

Preparándose, lentamente se despegó del suelo helado, sus músculos temblaban con una tensión inesperada. Sus rodillas se doblaban, amenazando con arrastrarlo de regreso al abismo, pero se obligó a erguirse, apretando los dientes mientras luchaba contra el temblor de debilidad. Inhalando profundamente, Donovan tensó sus sentidos, extendiéndose hacia la negrura vacía en busca del menor indicio de movimiento, pero no había ninguno.