Donovan nunca había visto realmente el alfabeto escrito, pero había aprendido a entender las formas de las letras mediante medios táctiles y práctica guiada.
Kangee siempre lo asistía interpretando las formas para él cuando surgía alguna confusión. En el momento, sin embargo, Donovan tenía poca paciencia para contemplar cómo había adquirido su visión.
Aunque no podía leer las letras de la manera convencional, era capaz de trazar los contornos y patrones familiares con su mente, formando una conexión con Esme.
Lo que hacía este reconocimiento más profundo era el hecho de que él mismo los había garabateado, ninguna otra mano aparte de la suya. Pero entonces, ¿por qué había escrito el nombre de Esme?
Luchaba por recordar momentos como esos dentro del tiempo que pasó en la mazmorra, pero no podía recordar esa escena exacta. ¿Era esto un producto de manipulación? Tenía que serlo; no había otra explicación, y Donovan jamás podría albergar odio hacia Esme.