Sin Opción

Después de localizar la cocina, Esme se sorprendió un poco al encontrar tanto a Simón como a Finnian ya allí. Simón inicialmente se tensó por la entrada inesperada, pero la tensión se desvaneció de su cuerpo cuando se dio cuenta de que solo era Esme.

Un vaso medio vacío de agua descansaba en su mano, mientras que Finnian estaba más lejos en el pasillo, apoyado informalmente contra la pared con las manos cómodamente metidas en sus bolsillos.

—¿Qué hacéis los dos aquí? —la curiosidad de Esme la impulsó a preguntar mientras se acercaba con calma al mostrador para dejar las hierbas que había recogido.

Los ojos de Finnian estaban cargados de somnolencia, y era evidente que Simón lo había persuadido de salir de su habitación solo por el sake de una bebida nocturna.