Porque Caspian casi no había ido al club, al menos no de inmediato. Había querido pasar por la mansión para ponerse algo que no amenazara con darle una insolación.
Poner a Asher en la cama y ayudarlo a enfriarse fue la parte fácil, incluso conseguir un médico para que lo revisara fue fácil. La parte difícil era que el Alfa se negaba a dejarlo ir.
—Asher, estás ardiendo —murmuró Caspian, resignado a contagiarse de lo que fuera que Asher estuviera incubando.
El médico había dicho que sus síntomas apuntaban a una fiebre y mientras no empeorara, estaría bien en unos días con suficiente reposo en cama.
—No te vayas —el Alfa murmuró, medio delirante pero aún aferrándose a él.
—No me voy... espera... no me voy a ir... —Caspian luchaba por deshacerse del agarre de su compañero, logrando medio levantarse de la cama solo para ser arrastrado de vuelta a los abrasadores brazos de Asher.