Descubrimiento

Mientras avanzaban hacia la oscuridad oculta más allá de la puerta metálica desgastada, una realización compartida se desplegaba dentro de ellos. La torre, parecía, era una astuta artimaña, pues la escalera bajo sus pies descendía hacia las profundidades en lugar de ascender.

La oscuridad impenetrable que los envolvía al entrar parecía consumir sus mismos seres, cubriéndolos con su velo oscuro. Aunque Damián sostenía la mano de Rosalía con un agarre inquebrantable, una inconfundible sensación de desorientación la invadía. La absoluta falta de conciencia sobre su entorno se demostraba un desafío abrumador para superar.

Finalmente, aquello que Rosalía había temido se materializó: su pie resbaló en uno de los desgastados peldaños de piedra, haciendo que perdiera el equilibrio. Sin embargo, su caída inminente fue frustrada por la robusta forma de Damián, cuyos brazos la envolvieron rápidamente, atrayéndola hacia su cuerpo.