Al abrir la puerta de la boutique de la Señora Bennett, Rosalía fue recibida con un alegre —¡Buenos días! por un joven que no había visto antes en la tienda. De estatura promedio, poseía una cascada de cabello rubio largo recogido ordenadamente detrás de su cuello. Su atuendo consistía en un elegante traje negro de tres piezas, con las iniciales CB sobre el bolsillo del pecho, un claro indicador de su diseño exclusivo por nada menos que el dueño de la tienda.
Con una sonrisa radiante, casi deslumbrante, que adornaba su joven rostro, el caballero hizo pasar a la Señora Ashter al establecimiento, la ayudó a quitarse el abrigo y la invitó amablemente a tomar asiento en un lujoso sofá destinado a los clientes en espera.