Montar a Caballo

El caballo de Damián demostró ser casi tan notable como el propio hombre. Esta magnífica criatura destacaba por su construcción masiva y musculosa, exudando un aura de fuerza y poder. Su oscuro pelaje y fiero comportamiento realzaban su imponente presencia.

Dentro de la lujosa melena del caballo, delicados lazos rojos estaban cuidadosamente atados, contrastando bellamente con su oscuro pellejo. Sus brillantes ojos color caoba, casi tan penetrantes como los de su amo, contenían una chispa de inteligencia e intensidad.

En todo aspecto, este majestuoso semental era más que merecedor de llevar a un hombre de la estatura del Gran Duque Dio. Encarnaba la mezcla perfecta de gracia, fuerza y elegancia que se adecuaba a un jinete tan distinguido.