Un giro intrigante de los acontecimientos

Rosalía alzó una elegante ceja, su rostro cubierto por un velo de inconfundible perplejidad mientras preguntaba,

—¿Por qué... Qué te lleva a creer que tengo algún interés en este asunto? Seguramente, eres consciente de que incluso contemplar el apoyo al Culto Demónico está prohibido dentro de las fronteras de Rische! —Rostan no pudo contener una amplia sonrisa que tiraba de sus labios. Sus ojos esmeralda se posaron hacia abajo en contemplación de su respuesta antes de acercarse, su voz en un susurro íntimo,

—En efecto, Señora Rosalía. Estoy plenamente consciente de ese hecho. Pero, ¿usted, mi querida dama, se da cuenta de lo mismo? —De repente, un escalofrío frío recorrió la columna de Rosalía, haciendo que su piel se erizara con desagradables escalofríos. Su corazón resonaba fuerte en sus oídos, y un sentimiento inexplicable de miedo y ansiedad la envolvió como una húmeda y helada manta.