El futuro de Fernando siempre había estado decidido. Una vida sólida como Marqués. A diferencia de otras familias, no tenía hermanos con quienes luchar por el título. Lo que ya se había desplegado ante él era una vida verdaderamente confortable.
Sin embargo, por primera vez, sintió cómo su visión se oscurecía. Su vida, que ni siquiera estaba en peligro cuando fue atrapado endeudado en la casa de apuestas, ahora estaba al borde del desastre.
De ninguna manera...
Esto ciertamente no era cómo él había imaginado que las cosas resultarían. En una ansiedad extrema, comenzó a gritar tonterías.
—¡Si no fuera por el Duque, todo habría estado planeado para que nuestra familia eleve nuestro poder! ¡Todo es por el bien de nuestra familia!
—¿Elevar? ¿Estás diciendo eso sin siquiera entender lo que está sucediendo ahora, estás pensando en tales tonterías?
—¡Padre!
—¡Ni siquiera quiero escucharte llamarme así—Padre!
Los labios de Fernando se cerraron inmediatamente ante el sonido atronador.