—Mi Señor, tengo un informe para usted.
El caballero se acercó al Marqués Werner con una reverencia profunda.
—¿De qué se trata? —preguntó el Marqués, ya intuyendo que algo no iba bien.
—No se encuentra a Lady Arjan en ningún lado.
El corazón de Werner dio un vuelco. —¿Qué? ¿Acaso no fue a recibir su tratamiento?
—Fue atendida, pero insistió en que era un desperdicio mantenerla restringida ya que era necesaria en otro lugar. Así que se fue por su cuenta.
La mirada del Marqués se volvió fría al posarse en el Conde Alaric, que estaba cerca. El Conde, ya una imagen de angustia, palideció visiblemente bajo el escrutinio.
—¡Conde! Si estás escondiendo a Arjan, sería prudente que la entregues ahora antes de que forcemos tu mano.
La voz del Conde Alaric temblaba mientras tartamudeaba —No, mi Señor. No tengo idea de dónde está Arjan. Según el plan, debería estar a mi lado ahora mismo...