—Parece que tienen experiencia, ¿eh...? —Cuervo se rió entre dientes.
—¿Quieres otra ronda? —añadió.
Serafina se acostó junto a Cuervo, su cuerpo ya ardía de deseo mientras lo miraba fijamente. Incapaz de resistirse más, Serafina se montó sobre Cuervo, su aliento salía en suaves jadeos mientras se colocaba encima de él.
—Hah ~ Hah ~ —respiraba pesadamente, sus ojos fijos en Cuervo mientras se bajaba lentamente, alineando su cuerpo con el suyo. El calor de su piel contra sus muslos la hizo temblar ligeramente, y la anticipación era casi demasiado para soportar.
Con una sonrisa pícara, se susurró a sí misma: «Finalmente, puedo estar arriba». Serafina no perdió más tiempo. Su cuerpo dolía de necesidad y, en un movimiento rápido, bajó sus caderas sobre Cuervo, empalándose en su dureza.