Una noche en la cueva (R-18)

—S-sí... por favor... más, Cuervo... no pares —la voz de Serafina se quebró mientras le suplicaba, su cuerpo respondiendo a cada roce suyo. Sus piernas se apretaban alrededor de él, atrayéndolo más cerca como si nunca pudiera tener suficiente.

La mano de Cuervo se deslizó hasta su cintura, su agarre firme mientras inclinaba ligeramente sus caderas, permitiéndole penetrar aún más profundo. Se deleitaba en cómo su cuerpo reaccionaba, en cómo su espalda se arqueaba y sus labios se entreabrían en mudos jadeos con cada poderoso movimiento.

Quería sentirla desmoronarse, verla romperse bajo el peso de su pasión.

—Te sientes tan bien, Serafina... me vuelves loco —susurró junto a su cuello, sus labios rozando su piel mientras depositaba suaves y provocativos besos a lo largo de su garganta.

Su voz, aunque baja, estaba cargada de deseo. Podía sentir cómo ella temblaba debajo de él, su cuerpo luchando por seguir el ritmo del aluvión de placer.