Un paseo por Pincla

Utilizando la cuerda, salieron de la cueva. El aire estaba fresco al emerger, encontrándose en la cima de un pequeño cerro. Cuervo observó el paisaje circundante.

—Lo logramos —dijo Serafina, soltando un suspiro de alivio.

—Sí, pero algo me dice que esto no va a ser más fácil —respondió Cuervo mientras observaba el denso bosque adelante.

—Vamos hacia el próximo pueblo —A diferencia de Cuervo, Serafina lo esperaba con ganas.

Sin perder tiempo, se desplazaron rápidamente por el bosque, llegando al pueblo de Pincla en una hora aproximadamente. El pueblo era pequeño, con calles de adoquines y casas simples de madera. Algunos puestos de mercado se alineaban en la plaza principal, vendiendo frutas y artesanías hechas a mano. Tenía un encanto tranquilo, aunque nada demasiado especial a primera vista.