Tensión

—Yo… yo no estaba segura —susurró, su mano instintivamente se movió hacia su estómago—. ¿Es cierto? ¿Realmente estoy esperando un hijo?

—Sí. El médico lo confirmó. Tienes como un mes —asintió solemnemente Cuervo.

Las lágrimas brotaron en los ojos de Serafina, sus emociones la dominaron. Había estado tan asustada, tan incierta. Pero ahora, sabiendo que verdaderamente estaba llevando a su hijo, una nueva ola de alegría y miedo la sobrecogió.

—¿Qué debemos hacer ahora, Cuervo? Tengo miedo —mientras acunaba su estómago suavemente, susurró.

La cara de Cuervo se oscureció mientras consideraba sus palabras, y después de una larga pausa, finalmente dijo:

—Necesitamos hablar de eso... sobre el hijo.