Teléfono de Luna.

Punto de vista de Dominick

—Está bien, cálmate, Dominick. Relájate, entremos y hablemos —dijo Angelo, haciendo un gesto para que lo siguiera.

Intercambié una mirada rápida con Alen antes de asentir, instruyendo silenciosamente a mis hombres para que permanecieran alerta. Al entrar en la mansión, Angelo me llevó al salón y me hizo señas para que tomara asiento.

—No esperaba verte aquí —dije, tratando de mantener un tono casual mientras lo miraba con sospecha.

Angelo soltó una risita, sus ojos brillando con diversión. —Bueno, alguien tiene que encargarse de los negocios desde que el Don no está.

Levanté una ceja, intrigado por sus palabras crípticas. —¿De qué tipo de negocios estamos hablando?

Angelo se recostó en su silla, su expresión volviéndose seria. —El tipo que requiere de un toque delicado y un ojo agudo para el detalle. El Don puede haberse ido, pero su legado sigue vivo, y depende de nosotros mantenerlo.