Punto de vista de Luna
Escuché pasos acercándose e inmediatamente me recosté en la cama, cerrando mis ojos con fuerza. La puerta se abrió y se cerró, y los pasos se aproximaron.
—Despierta —dijo la persona, pero yo fingí no escuchar. —¡Despierta, perra! —gritó tan fuerte que no tuve más remedio que sentarme rápidamente en la cama.
—¿Qué quieres? —pregunté, intentando sonar calmada a pesar de mi corazón acelerado.
—Necesito que vengas conmigo —dijo, agarrando mi brazo bruscamente.
—¿A dónde me llevas? —demandé, intentando soltarme de su agarre.
—Ya verás —respondió, mientras su agarre se apretaba—. Solo ven conmigo en silencio o habrá consecuencias.
Sabía que no tenía otra opción más que obedecer. Con un suspiro profundo, me levanté y lo seguí fuera de la habitación, mi mente inundada de miedo.