Renegando de la Bestia.

Punto de vista de Dominick

Entré en el estudio de mi padre, la furia hirviendo dentro de mí. —¿Cómo pudiste hacerle algo así a tu propia esposa? —grité, golpeando su escritorio con el puño.

Él levantó la vista, fingiendo inocencia. —Te dije que no fue culpa mía, ¿vale? Fue culpa de Elle. Ella estaba llenando la cabeza de Elta con tonterías.

—¿Tonterías? No podía creer la audacia. —Papá, eres abusivo. ¿Esperas que Elta te apoye?

Él se levantó, endureciendo su rostro. —Escucha, hijo, no entiendes. Esa mujer es una tramposa crónica.

—¿Y tú no? —repliqué, hirviendo de ira—. No me jodas, Papá. Pasas la mitad del día en burdeles.

Su rostro se torció de rabia. —Pues ella es mi jodida esposa, ¡y me obedecerá!

—No es tu juguete, ni es tu propiedad —le contesté.

Él se acercó, mirándome directamente a los ojos. —Entiendo lo que está pasando aquí. Estás en esto con esa bruja. También quieres acostarte con ella, ¿verdad?