Una vez todos empezaron a irse con murmullos acerca de lo que pasó, Inei suspiro y se dio media vuelta para ir con su padre, ñero entonces choco con algo suave y rellenito.
Alzando la mirada se encontró con la mirada sería de su prima.
—Hola…¿Cómo estás?
Dijo un poco nervioso de estar en el medio de los pechos de su prima.
Helena lo miro fijamente mientras el salía lentamente de sus pechos.
—Esto… yo… padre ir…
—Jeje Inei-Li la prima está jugando contigo.
Yeryn apareció a su lado y abrazo su brazo colocando su mentón en el hombro del chico. Inei acarició la cabeza de la chica y volvió a mirar hacia Helena. Quien esta vez estaba sonriendo.
—Hablamos luego primito, el tío espera por ti.
Sin decir mucho más se inclinó hacia el frente y le dio un beso en la frente a Inei, Yeryn hizo lo mismo, pero en la mejilla.
Una vez ambas lo dejaron, Inei suspiro un poco alegre y comenzó a caminar hacia la parte de atrás del salón.
Un pequeño bosque iluminado solamente por la luz de algunas luciérnagas y la misma luna.
Xiay esperaba a su hijo sentado en la única banca de este pequeño bosque.
Un lugar que le traía muchos recuerdos, cuando toda su familia estaba juntos.
Inei pasó por encima de la banca y se sentó al lado de su padre.
El silencio entre ellos se prolongó bastante, ambos con miradas llenas de sentimientos.
—La extraño…
Susurro Inei alzando su mirada al cielo estrellado.
—Yo también la extraño hijo… su partida nos dejo un gran vacío, pero debemos aprender a dejarla ir…
Inei asintió levemente apretando sus labios antes de soltar un suspiro y mirar el perfil de su padre…
—Entonces…
Xiay también suspiro y se relajo.
—Sabes hijo… hace años, la gente solía llamarnos la montaña más alta y el río más largo, un Titán indomable, pero ahora no somos ni la mitad de la sombra de ese Titán, en todos estos años desde la caída de nuestro clan, han nacido expertos, pero nuestro clan tiene muchos enemigos, enemigos los cuales nos llevaron hasta este pequeño imperio.
Xiay se tomó un tiempo pensando sus siguientes palabras. Le devolvió la mirada a Inei.
—Es por eso que pienso y quiero, que una vez completes este pacto, ya sea que pierdas o ganes, no importa el resultado. Quiero que tomes el puesto de patriarca, contigo a la cabeza, se que volveremos a alzarnos, no como antes, eso sería mucho pedir, pero si te pido que por lo menos que nos saques de esta ciudad. La capital está bien, hay viejos amigos del clan que pueden ayudarnos, pero necesitamos fuerza y esa fuerza, eres tu hijo.
—Con viejos amigos te refieres, a las familias Lynal y Azuma?
Xiay asintió alzando una mano para tocar el hombro de su hijo.
—Si, aunque el compromiso se haya visto de esta manera, aún tenemos relación con ellos, tu madre y tu abuelo fueron muy buenos amigos de estos dos clanes, incluso si Sylia no quiere, estoy seguro que habrá alguna nieta de Keyla que esté interesada en ti jaja.
La conversación de ambos hombres, se extendió por las siguientes horas, entre risas y bromas. Inei no pudo evitar pensar que en verdad le hacía falta esto, un poco de amor fraternal.
Debido a su depresión se había alejado de las personas que amaba y que lo amaban.
—Por cierto hijo, esta maestra tuya ¿Dónde la conociste? Su prestigio asustó bastante a ese viejo cara de papa.
Ahora por los senderos del recinto, ambos hombres caminan tranquilamente, mientras cruzaban uno de los puentes, Xiay no pudo evitar preguntar por la misteriosa mujer que habló antes en el salón.
Inei lo miró un momento antes de volver a mirar al frente.
—La conocí cuando me recluí para estabilizar mi Arcam. Tengo altas reservas de Arcam eso siempre me lo han dicho, entonces cuando mi Arcam se desestabilizó, ella apareció curiosa por lo que sucedía. Cuando me vio que no podía hacerlo yo solo, me dio una mano y me ayudó a estabilizarme. Luego de eso le agrado mi talento y creo que por capricho me hizo su alumno, este tiempo que estuve por fuera era por que ella me estaba enseñando, ella también es una gran alquimista así que me enseñó un poco.
Xiay sonrió comenzando a acariciar su barba, su mirada se elevó al cielo antes de detener su caminar frente al dormitorio de Inei.
Una casa de dos pisos con un pequeña mesa para te en la parte de afuera y al lado de la mesa un pequeño lago, con una hermosa mujer sentada en el borde sus pies dentro del agua.
—Hmm? ¿Tienes visitas hijo?
—Ah, le ayude un poco con su carruaje, es una comerciante que venía con nosotros y la subasta, pero en el camino robaron la mercancía y se llevaron a sus hijas. Le ofrecí ayuda y un lugar donde quedarse al menos hasta que se resuelva este asunto.
Xiay río y le dio unas suaves palmadas en la espalda del chico.
—Ya actúas como un líder hijo, bueno entonces te dejo, seguro tiene algo que contarte, si vas a salir, llévate algunos hombres, nunca se sabe que pase en las montañas.
Con esas palabra, Xiay le dio una última sonrisa a su hijo antes de darse vuelta y comenzar a caminar.
Inei observó a su padre marcharse, con una leve sonrisa en su rostro. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que la relación con su padre era más cercana. A pesar de las dificultades, las palabras de su padre le habían dado una chispa de motivación. Inei respiró profundamente y caminó hacia la casa, notando que la mujer sentada junto al lago lo miraba de reojo.
La luz de la luna iluminaba el agua, reflejando el rostro sereno de la mujer. Cuando Inei se acercó, ella levantó la cabeza y le dedicó una leve sonrisa.
—Ah, joven maestro Inei. Espero no estar molestando —dijo con un tono tranquilo y cortés mientras retiraba sus pies del agua y se levantaba. Su cabello oscuro brillaba bajo la luz de las estrellas, y sus ojos mostraban una mezcla de agradecimiento y preocupación.
—No, en lo absoluto. Me alegra que estés cómoda aquí. ¿Cómo te encuentras? —preguntó Inei, cruzando los brazos mientras se acercaba más a ella.
—Estoy bien, pero... no puedo evitar sentirme culpable. No debería estar aprovechándome de su amabilidad, joven maestro —dijo la mujer con una reverencia.
Inei suspiró, agitando una mano como restando importancia a sus palabras.
—Deja de llamarme "joven maestro". Solo llámame Inei, y no estoy haciendo esto por obligación. Lo prometí, y voy a ayudarte a recuperar a tus hijas.
La mujer lo miró fijamente, con los ojos llenos de emoción.
—Gracias, Inei. No sé cómo podré devolverte este favor, pero haré todo lo posible por compensarte cuando todo esto termine.
—No te preocupes por eso ahora. Descansa esta noche. Mañana empezaré la búsqueda. —respondió él con firmeza.
La mujer asintió y se inclinó una vez más antes de entrar en la casa. Inei la siguió con la mirada antes de sentarse en la pequeña mesa para té, observando el lago en silencio. Su mente se llenó de pensamientos sobre el compromiso con Sylia, el estado actual del clan y los desafíos que enfrentaría en el futuro. Pero, sobre todo, sentía una extraña calma al recordar la calidez del momento con su padre.
De repente, un destello de luz blanco apareció detrás de él. Scathath emergió, con su porte imponente y sus ojos grises que brillaban con intensidad. Se cruzó de brazos y lo miró con una mezcla de desaprobación y diversión.
—¿En qué estás pensando, pequeño? —preguntó, inclinando ligeramente la cabeza.
Inei soltó una risita y se recostó en la silla.
—En muchas cosas, maestra. Aunque, si soy honesto, no esperaba que intervinieran de esa manera hoy. Fue... sorprendente.
Scathath sonrió con suficiencia, caminando lentamente hacia él.
—Alguien tenía que calmar a esa mocosa arrogante. Si no lo hacías, habrías terminado destruyendo el salón con tu Arcam descontrolado.
—No estaba descontrolado... —protestó Inei, aunque sabía que Scathath tenía razón.
—Oh, claro que lo estaba. Pero debo admitirlo, lo manejaste bien. Aunque todavía tienes mucho por aprender si piensas enfrentarte a alguien de una secta poderosa —dijo ella, sentándose frente a él y observando con interés.
Inei la miró fijamente, sintiendo que había un trasfondo en sus palabras.
—¿Qué es lo que realmente quieres decir, maestra?
Scathath apoyó un codo en la mesa y su barbilla sobre su mano.
—Lo que quiero decir, pequeño Inei, es que este compromiso no es solo una cuestión familiar o de honor. Es una oportunidad para ti. Si logras vencerla dentro de tres años, no solo asegura la posición de tu clan, sino que también enviarás un mensaje claro a todos los que te subestiman. Pero para eso, necesitarás mucho más que talento. Necesitarás disciplina, estrategia... y una pizca de malicia —
Dijo con una sonrisa traviesa.
Inei asintió lentamente, comprendiendo la gravedad de sus palabras.
—Tres años parecen mucho tiempo, pero en realidad, es un suspiro. Deberás aprovechar cada momento, cada día, para fortalecerte. Porque si fallas... —Scathath hizo una pausa, observándolo con intensidad—. No solo perderás el compromiso. Tendrás una mancha cuando quieras restaurar el legado de tu clan.
El joven apretó los puños, sintiendo cómo la determinación crecía en su interior. Miró a Scathath directamente a los ojos y asintió con firmeza.
—No fallaré, maestra. Haré que el nombre de mi clan vuelva a resonar como lo hacía antes.
Scathath sonrió satisfecha y se levantó.
—Eso quería escuchar. Prepárate, Inei. Porque a partir de mañana, tú entrenamiento comienza.
—¿Eh? Pero mañana….
Scathath miró a Inei con una sonrisa obvia, entonces él entendió lo que Scathath dijo, sonrió, ladeo la cabeza y se levantó para caminar hacia la casa.
Scathath volvió a entrar en su cuerpo, para descansar.
Cuando Inei entró a la casa, notó que la primera habitación a su izquierda tenía una luz encendida, a través de la cortina, él podía ver la figura de la mujer.
Su cuerpo era increíble, bien formado e Inei no pudo evitar mirar demasiado, la figura le atraía demasiado y no podía evitar pensar en lo inadecuado. Cerrando sus ojos con fuerza, se quitó todo tipo de pensamientos sucios y caminó hacia las escaleras para ir a su habitación en el segundo piso.
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Para la madrugada del día siguiente varios expertos del clan, estaban reunidos en la armería del clan, cada uno preparando su especialidad, espadas, lanzas y arcos.
Algunos eran del tipo asesino así que pulían sus cuchillos arrojadizos y sus dagas. Inei que estaba en el segundo piso de la armería se estaba colocando sus rodilleras de metal.
Cuando un hombre se acercó a él y le saludó con una reverencia.
—Joven maestro, nuestro equipo de investigación ya ha reunido la información sobre los bandidos.
Dijo el hombre con tono serio, a Inei le sorprendió lo rápido que fue la búsqueda.
—¿Quiénes son?.
Preguntó bajando su pierna de la banca, y dando media vuelta para ver mejor al hombre.
—Se trata de los bandidos Sabuesos de sangre, es una organización que se la ha pasado los últimos meses robando y matando a comerciantes que cruzan por las montañas sin la protección suficiente, también esté banda es conocida por robar mujeres de otros y esclavizarlas… temo que las hijas de la señora.
—No pensemos en esto todavía, si está banda roba mujeres, entonces debe haber un protocolo antes de que los demás bandidos tomen a las mujeres. ¿Sabes cuál es?
El guardia del clan apartó un momento de la mirada Inei, buscando ahora la respuesta a su pregunta. Después de unos segundos, volvió a mirar a Inei y dijo: —¿El líder debe probarlas?
—¿Me estás respondiendo o me estás preguntando?.
Dijo con un poco de burla Inei al ver la reacción del guardia.
—Jaja, bromeó, estás en lo correcto, si nos apresuramos y corremos con la suerte de que el líder esté ocupado con algo, podemos intervenir a tiempo. ¿Saben dónde está?
El guardia ladeo la cabeza negando la respuesta a la pregunta. Inei asintió varias veces con una expresión pensativa ahora.
—Entonces haremos esto…
—-
El sol ya se alzaba por lo alto, marcando el medio día, por los caminos de tierra una carreta llena de cajas avanzaba con lentitud, su único miembro el que tiraba de las riendas a los caballos, miraba en todas las direcciones posibles, en busca de bandidos o bestias que lo ataquen.
Los cuatro caballos que tiraban del carruaje estaban bastantes calmados lo que le daba cierto alivio al mercader.
Durante varios minutos el camino estuvo calmado, hasta que sorpresivamente el mercader se encontró con un bloqueo.
Un gran tronco de roble estaba impidiendo que continuará con su viaje... Él hombre, acomodó su sombrero y bajó de la carreta una vez los caballos se detuvieron.
Con pasos lentos pero firmes se acercó al tronco mientras continuaba revisando los alrededores.
Cuando estuvo cerca del tronco, lo examinó primero. Tocó varias partes de la duro madera buscando huecos o un lugar más blando en la gruesa madera.
Cuando lo encontró, soltó un suspiro. Reunió una buena cantidad de Arcam en su mano y con un grito descendió su mano. Logrando así romper el tronco en dos.
Sacudió sus manos y se preparo para levantar una mitad del tronco, pero. Sintió una fría sensación en su cuello cuando se inclinó.
Un poco asustado por eso, giro sus ojos lentamente a un lado.
Entonces lo vio, un hombre con torso desnudo, lleno de tatuajes y una larga cabellera morada. Empuñaba una espada curva con la cual amenazaba al mercader.
*Ruido*.
Moviendo nuevamente sus ojos, noto que varios hombres estaban asaltando su carreta, con espadas cortaban las cintas y cuerdas de seguridad que aseguraban las cajas.
—Que mala suerte tuviste viejo… después de todos los rumores aún así decidiste tomar esta ruta y solo ¿Eres valiente o estúpido?.
Con tono burlón el hombre quito la espada del cuello del señor, mientras que otro de los hombres lo golpeaba obligándolo a tenderse en el suelo arenoso.
El hombre de cabello morado con una mirada divertida se acercó a la carreta donde uno de los bandidas le extendía una herramienta para abrir la primera caja.
Lamiéndose los labios, golpeo la tapa de caja y con facilidad levantó la tapa, entonces con un gesto que fingía alivio. Como si la tapa fuera lo más difícil que ha hecho en su vida.
Se inclinó sobre la caja y miro el interior.
Su expresión burlona rápidamente cambio a una asombro, sin querer que fuera verdad lo que veía.
Empujó a uno de los bandidos a su lado y forzó la otra caja, ronpiendola de un solo golpe.
Si expresión comenzaba a cambiar rápidamente a enojo.
Cuando rompió dos tapas de cajas más y descubrió que no había nada. Grito con fuerza y salto de la carreta.
—Tú maldito viejo!, ¡Te atreves a jugar conmigo!.
Con pasos rápidos se acercó peligrosamente al anciano ahora amarrado, desenvainó su espada curva, preparándose para cortar la cabeza del anciano.
Pero antes de que pudiera dar un paso un flecha se clavó en el suelo frente a él.
Sorprendido y molesto entonces levantó la mirada de la flecha y miro a los alrededores. No encontró nada a simple vista.
—¡Quien se esconde que de la cara!