Acto II — Capitulo 17— Destello del Dragón celestial

Inei sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar el nombre. Había algo poderoso en esas palabras, una sensación de grandeza oculta tras cada sílaba.

Pero antes de que pudiera procesarlo por completo, las letras doradas que flotaban a su alrededor comenzaron a brillar con intensidad. Un zumbido eléctrico llenó el aire, y de repente, las runas se precipitaron hacia él como relámpagos vivientes.

—¡Tsk…! —Inei entrecerró los ojos, sintiendo una oleada de información arremeter contra su mente.

El impacto fue como si su conciencia se sumergiera en una tormenta eléctrica. Imágenes, diagramas y explicaciones detalladas sobre la técnica Destello del Dragón Celestial aparecieron en su mente.

Veía la figura de un hombre envuelto en relámpagos, desplazándose a una velocidad imposible de seguir. Su cuerpo se desvanecía y reaparecía como un rayo cayendo desde el cielo, cada movimiento acompañado de chispazos.

—Esto… —Inei sintió su propio Arcam reaccionar, vibrando con la energía de la técnica. Su Rekien intentó asimilar la información a la fuerza, como si su propio cuerpo estuviera ansioso por ejecutarla.

Scathath lo observaba con los brazos cruzados, con una sonrisa de satisfacción.

—No te resistas. Déjala fluir, deja que tu cuerpo y mente la absorban.

Inei cerró los ojos y tomó una profunda bocanada de aire. Se concentró, permitiendo que la información se asentara en su conciencia. La esencia de la técnica se grababa en su mente, como si ya la hubiera practicado cientos de veces.

Cuando finalmente abrió los ojos, un destello púrpura brilló en sus pupilas. Había aprendido con éxito el movimiento del Destello de dragón celestial.

Scathath alzó una ceja al notar la electricidad danzando sobre la piel de Inei.

—Interesante… —murmuró, observándolo con una mezcla de curiosidad y expectación.

Inei sintió un hormigueo recorrer su brazo, pero no le resultaba molesto.

Era una sensación extraña, como si el poder de la técnica fluyera naturalmente en su cuerpo, esperando ser liberado.

—Siento que me va a estallar la cabeza...

Levantó la vista y su mirada se fijó en un tronco grueso a unos diez metros de distancia. La imagen del guerrero envuelto en rayos se proyectó en su mente, y su instinto tomó el control.

—Veamos… —susurró.

Juntó los dedos índice y medio, canalizando el Rekien de la técnica recién aprendida. La energía se condensó en su brazo, intensificándose hasta que un resplandor azul violáceo iluminó su palma.

La electricidad rugió en el aire, acumulándose en un instante antes de ser liberada.

¡BOOM!

Un rayo azulado salió disparado de su mano con una velocidad aterradora, iluminando la noche con su brillo cegador.

El proyectil atravesó el aire en un parpadeo y golpeó el tronco con una explosión ensordecedora.

El impacto fue brutal.

Un fuerte estallido resonó en el bosque y el tronco se astilló al instante, con grietas profundas esparciéndose por toda su superficie antes de que la mitad superior se desprendiera y cayera con un crujido seco.

Inei bajó la mano lentamente, sintiendo el cosquilleo residual de la energía en su piel.

Scathath, que siempre parecía tener algo que decir, está vez se quedó en silencio.

El viento nocturno sopló, esparciendo el humo del impacto. Su expresión, aunque aún relajada, reflejaba una ligera sorpresa.

—…Eso no estaba en la descripción original de la técnica.

Inei parpadeó, mirando su propia mano.

—No lo sé… Sentí que podía lanzar el ataque a distancia, así que simplemente lo hice.

Scathath chasqueó la lengua con una sonrisa torcida.

—Vaya, niño… —Se cruzó de brazos y lo miró fijamente—. Muy bien, entonces quiero que me enseñes lo que puedes hacer con esa técnica.

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En uno de los patios de entrenamiento del clan, se llevaba a acabo una reunión de guardias, los cuales eran los encargados de mantener la seguridad del recinto por las siguientes noches.

Unos metros más atrás de donde se llevaba la reunión.

Una mujer de cabello negro como la noche, abría un poco sus ojos al ver la escena.

—Creo que me perdí...

Susurro dándose la vuelta, pero antes de que pudiera dar un paso.

—Oye.

Una mano fuerte se poso en su hombro apretándolo con fuerza y deteniendo su caminar.

Ella se mordió los labios ahogando así un chillido de dolor.

Temblando un poco volteo su cabeza para mirar ahora a su captor.

Un joven chico de cabello largo, con cara de pocos amigos.

—Jamas te había visto en el clan ¿¡Quien eres, quien te envío!?

Grito apretando más agarre sobre el hombre de la mujer.

Está vez ella no pudo contenerse y soltó un gemido de dolor, cayendo al suelo sobre su trasero.

El chico la miro con una expresión aún más molesta.

—¡Contesta!

La voz del joven retumbó con agresividad mientras se inclinaba sobre la mujer, sus ojos afilados brillaban con sospecha.

—N-no… no sé de qué estás hablando… —balbuceó ella, retrocediendo un poco con la espalda contra el suelo.

El chico entrecerró los ojos, examinándola con una mezcla de desconfianza y… algo más. Una sonrisa torcida se dibujó en su rostro.

—Eres bonita… demasiado para andar vagando sola por aquí. —Se agachó frente a ella y, sin previo aviso, tomó un puñado de su cabello, obligándola a mirarlo directamente—. ¿Qué dices si me lo cuentas todo ahora, hm?

La mujer sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. El agarre era fuerte, cruel. Tiraba de su cabello con rudeza, forzando su cuello a una posición incómoda.

—Ya te dije… que no sé de qué hablas…

El chico chasqueó la lengua, claramente irritado por la respuesta.

—Tsk, qué fastidio… —alzó la otra mano con intención de abofetearla—. Si no hablas, tendré que enseñarte a hacerlo.

¡PAF!

Un sonido seco resonó en el aire.

Pero no fue la mejilla de la mujer lo que recibió el golpe.

Una mano delgada pero firme se había interpuesto, deteniendo el ataque a centímetros de su rostro.

El chico parpadeó, sorprendido. Alzo su mirada y se encontró con una mujer de cabello castaño y ojos afilados, cuya expresión irradiaba una mezcla de calma y peligro.

—¿Golpear a una mujer indefensa? Qué asqueroso de tu parte. Yin.—La voz de la recién llegada era fría como el hielo.

—¿Q-quién…? —El chico intentó apartarse, pero la presión en su muñeca se intensificó.

La mujer apretó su agarre con más fuerza, haciéndolo soltar un gruñido de dolor.

—Si tuvieras buena memoria, no harías preguntas innecesarias. Parece que te has vuelto arrogante y estúpido.

—Tch… ¡suéltame!

—Lo haré… cuando te enseñe algo de educación.

Antes de que pudiera reaccionar, la mujer tiró de su brazo y lo lanzó al suelo con un movimiento limpio.

El joven cayó pesadamente, rodando sobre el pavimento. Se incorporó de inmediato, con el rostro rojo de furia.

—¡Maldita…!

Pero antes de que pudiera levantarse por completo, dos presencias más aparecieron detrás de la joven mujer.

Una era una chica de cabello negro y ojos dorados que irradiaba un aire de fiereza contenida.

El otro, un hombre alto de cabello negro pero con varias canas que demostraban su edad avanzada.

El chico tragó saliva asustado.