—¿Qué clase de asunto…? —preguntó Inei, enderezando la espalda y dejando atrás la relajación de su meditación y la hostilidad.
El anciano Arash, con su túnica negra con rayos de color rojo ondeando por el viento y su larga barba trenzada en dos caídas finas, caminó despacio hasta detenerse frente al joven. A pesar de su edad, su mirada era tan aguda como una espada bien afilada.
—El Patriarca de la familia Yuwen ha venido hoy de visita —dijo con gravedad—. Acompañado de la señorita Ziyu, traen con ellos una propuesta de matrimonio. Ya que usted joven amo, es el futuro patriarca, su padre no quiere tomar más decisiones sobre su vida, por eso es solicitada su presencia en el salón.
Inei miro fijamente los ojos del anciano, no había rabia o algún otro sentimiento que trasmitiera los ojos de Inei ante está noticia, solamente brillaban con ese color característico de el.
Girando su cabeza, Inei miro a Alina la cual mantenía la cabeza baja por respeto. Inei alzo su mano derecha para tomar la barbilla de la chica y así poder mirarla. Sonriendo dijo. —Volveré más tarde, tienen todo lo necesario para hacer la comida en la lacena, si necesitan algo, solo pídeselo a las sirvientas del clan, ellas te ayudaran.
Alina asintió y con un reverencia hacia ambos hombres, se retiro del jardín dejándolos solos.
—Espero que la razón por la que ella viste el uniforme de las criadas no seas usted, anciano Arash.
El anciano Arash soltó una risa suave, sin mostrar los dientes, y negó con la cabeza mientras sus ojos se entrecerraban ligeramente.
—No osaría tanto, joven amo. Esa decisión la tomó ella misma, deseando ganarse su estadía con trabajo honesto. Aunque claro… su lealtad hacia usted es evidente.
Inei no respondió. Giro en lateral sobre sus talones y comenzó a caminar hacia el gran salón principal de la residencia Nozen. Sus pasos eran firmes, sin apuro, pero lo que le sorprendía al anciano Arash, era que sus pasos no sonaban ni retumban sobre el suelo de piedra blanca. Los criados que lo vieron pasar bajaron la mirada en señal de respeto, y algunas doncellas incluso detuvieron su labor para inclinarse.
Las puertas del salón estaban abiertas de par en par, y la atmósfera dentro era solemne. Varios miembros importantes del clan Nozen se hallaban presentes, sentados en los muebles que rodeaban la mesa central. En el extremo opuesto, con toda la autoridad de su posición, estaba el patriarca Nozen, de rostro severo y cabello ya cubierto de gris, vestido con una túnica ceremonial carmesí con bordes dorados.
Al lado izquierdo de Xiay, de pie con la postura propia de alguien acostumbrado a los grandes escenarios, se encontraba el patriarca del Clan Yuwen: Yuwen Ethan. Alto, con una presencia serena pero dominante, portaba una túnica azul oscuro de seda fina, con bordados que representaban dragones en vuelo. A su lado, sentada con una elegancia que rozaba lo irreal, se encontraba su esposa, una mujer cuya belleza atrapaba la vista de cualquiera. Su cabello azul oscuro brillaba con destellos casi líquidos bajo la luz del sol que se colaba por los ventanales del salón. Su porte era digno de una reina, pero sus ojos, serenos y atentos, irradiaban inteligencia y suavidad.
Y detrás de ellos, de pie y con la cabeza ligeramente agachada por respeto, se encontraba Yuwen Ziyu. Llevaba un vestido formal color celeste con bordes de jade, y su largo cabello estaba cuidadosamente recogido con una peineta de plata. Aunque su rostro mostraba serenidad, sus ojos, ligeramente levantados, buscaron por un instante la figura de Inei en cuanto este entró.
—Padre —dijo Inei juntando sus manos y con una leve inclinación de cabeza hacia Xiay.
—Hijo —respondió el patriarca Nozen, con voz grave—. Has llegado justo a tiempo.
El joven giró entonces hacia Ethan y su esposa, haciendo una reverencia respetuosa, sin perder su compostura.
—Patriarca Yuwen, señora —dijo con voz firme—. Es un honor recibirlos en nuestra humilde residencia.
Ethan asintió con una sonrisa cortés.
—El honor es nuestro, joven Inei. Mi esposa y yo hemos escuchado mucho sobre ti. Tu reputación en los sectores cercanos está creciendo mucho.
La mujer a su lado asintió lentamente.
—Y con razón, un joven apuesto y con una gran fuerza, estás destinado a grandes cosas chico.
Hablo con un poco de coquetería que hizo dudar por un momento a Inei.
—Bien, mi padre no pudo venir ya que se le presento un avance en su cultivo, pero me dejo a cargo de esto, así que es un honor para mi presentarles este contrato de matrimonio.
Ethan con paso firme se acerco a la mesa de frente al trono de Xiay y dejo el pergamino cubierto por un sello dorado de dragón.
—Este contrato fue escrito y firmado por mi padre junto al señor Velgar.
El nombre nombrado atrajo rápidamente la atención de Xiay e Inei, un nombre poderoso y con renombre en el clan.
Inei se acerco a la mesa y tomo el pergamino en cuanto Ethan se alejo, con su Arcam rompió el sello que mantenía cerrado el documento. Mientras avanzaba hacia su padre, empezó a leer con cuidado lo escrito en el papel.
Sus ojos recorrieron con calma las líneas del contrato, escritas con una caligrafía elegante y antigua.
Sin embargo, al llegar al segundo apartado del acuerdo, su ceño se frunció levemente.
Había una cláusula específica que captó su atención:"Con el cumplimiento de este matrimonio, el Clan Yuwen pasará a formar parte de la estructura del Clan Nozen como rama subordinada directa. A efectos públicos y administrativos, sus miembros adoptarán el apellido Nozen. El linaje Yuwen se mantendrá únicamente a nivel interno, respetando su herencia, pero sujeto a la autoridad del nuevo patriarca designado por la casa principal."
Inei permaneció en silencio por unos segundos. Luego, sin cambiar su expresión, enrolló nuevamente el pergamino y se lo entregó a su padre.
—Padre —dijo con voz neutra—. Deberías echarle un vistazo.
Xiay tomó el documento con lentitud, y lo abrió sin apresurarse. Mientras leía, su expresión, que al principio era imperturbable, adquirió un tinte más serio.
—Esto es un matrimonio de absorción... ¿Estás seguro de esto, patriarca Ethan?
El gran hombre con una mueca dio un paso adelante y dijo: — No tengo derecho ni poder para cambiar algo hecho con poder y honor.
Xiay lo miro fijamente y luego su mirada se poso sobre la pequeña chica que iba a ser casada con su hijo.
—Quisiera saber ¿Qué opiniones tienen ambos sobre esto?
pregunto Xiay levantándose del trono. Inei miro a Ziyu la cual solo ladeo la cabeza lentamente en negación. Inei entendiendo que ella no tenía nada que decir, dio un paso al frente.
—Ya que está decidido, quiero agregar algo.
Dijo con una expresión sería que hizo temblar a muchos de los presentes.
—¿Qué es hijo?—. Pregunto Xiay, devolviéndole el pergamino.
Inei cerró el pergamino con calma y lo volvió a colocar sobre la mesa. Alzó la vista, sus ojos brillando con esa determinación inquebrantable que tantos habían llegado a temer y admirar.
—Aceptaré el contrato bajo una condición —dijo con voz firme—. El matrimonio no se celebrará ahora. Deberá esperar tres años.
Las miradas se cruzaron con tensión en el ambiente. Incluso Ethan entrecerró los ojos, evaluando si esas palabras eran una evasiva o una muestra de sinceridad.
—Tengo un pacto de sangre —continuó Inei sin dejar espacio para dudas—. Uno que juré cumplir con mi vida. Hasta que ese pacto se cumpla, no tengo intención de casarme, ni de involucrarme en ningún tipo de unión. Lo único que quiero es avanzar, hacerme fuerte. Todo lo demás… puede esperar.
El silencio cayó una vez más, espeso y pesado como una tormenta que se avecina. Xiay, sin embargo, no tardó en asentir, su voz sonó con el peso de su autoridad como patriarca y con el orgullo de un padre que respalda cada palabra de su hijo.
—Eso está bien. Es tu decisión y la respeto. El pacto de sangre que cargas es más importante de lo que muchos aquí entienden. Si el viejo estuviera presente, también te apoyaría más que nadie. No forzaremos nada.
Entonces, la esposa de Ethan se puso de pie, su vestido ondulando como agua al moverse. Sus ojos se posaron con firmeza en los de Inei, pero su sonrisa era suave, casi maternal.
—Tres años no son nada para un compromiso de esta magnitud —dijo con gracia—. Si ese es el deseo del joven amo Nozen, no me opondré. El clan Yuwen se integrará al clan Nozen como estaba previsto. Ziyu no tendrá otro pretendiente. Cuando llegue el día y el pacto sea cumplido… la ceremonia se llevará a cabo, tal como lo soñaron nuestros ancestros.
Ethan asintió junto a su esposa.
—Entonces queda sellado. Por tres años, nuestros clanes se unirán en estructura, pero no en ceremonia. Una vez cumplido tu juramento, la unión se hará completa.
Inei se inclinó levemente en señal de respeto, aunque sus ojos no dejaron de observarlos. No había alegría en su rostro, solo determinación. El deber primero. El poder después. Todo lo demás, incluso el amor, sería una consecuencia de su camino.
Ziyu, aún de pie detrás de sus padres, bajó ligeramente la mirada. No parecía contrariada, pero su expresión era difícil de leer, como una superficie calma ocultando corrientes profundas.