Acto III — Capitulo 25 — ¿Celos o Molestia?

Justo cuando el ambiente comenzaba a relajarse con los acuerdos formales ya asentados, por las puertas del salón una presencia elegante y poderosa se hizo notar rápidamente.

—¿Nos perdimos de algo? —preguntó una voz melodiosa y cargada de una gracia natural.

Todos voltearon la mirada hacia la entrada. Allí estaban, avanzando con paso firme y elegante, la tía Lucia, ataviada con un vestido blanco con detalles esmeralda que resaltaban su madurez encantadora, y a su lado, su sobrina: Yeryn.

El cabello castaño claro de Yeryn caía libremente sobre sus hombros, sus ojos tan vivaces como siempre, aunque en ese instante mostraban un brillo particular… algo entre desconcierto y molestia. Su mirada se fijó inmediatamente en Inei… o mejor dicho, en la escena que lo rodeaba.

Ziyu estaba demasiado cerca de él. No simplemente cerca como dictan las normas de cortesía… sino pegada, como si el espacio personal entre ambos hubiese desaparecido por completo. Y para colmo, la esposa del patriarca Yuwen estaba envolviendo a Inei en un abrazo tan cálido que fácilmente podría confundirse con el de una madre orgullosa… o algo más ambiguo.

Los ojos de Yeryn se entrecerraron levemente, su ceja izquierda se arqueó con una mezcla de disgusto y sospecha. Lucia, que notó la reacción de inmediato, no pudo evitar sonreír con diversión mientras se inclinaba hacia su sobrina.

—Vaya, parece que llegamos justo a tiempo para ver el desfile —susurró en tono bajo, solo para Yeryn—. Aunque me pregunto si te molesta más el abrazo… o la que está pegada como sombra a tu Inei.

—No es mi Inei —replicó Yeryn, sin mirarla, en un tono tan bajo como tenso—. Solo estamos… aquí.

Lucia soltó una risita.

—Claro, claro. “Solo estamos aquí”. Y yo solo vine por el té.

Xiay, aún estrechando la mano de Ethan en señal de cierre formal del acuerdo, fue el primero en hablar.

—Lucia, Yeryn, qué agradable sorpresa —dijo con una genuina sonrisa, soltando la mano de Ethan—. Justo acabamos de concluir una conversación importante.

—Me alegra no haber interrumpido entonces —dijo Lucia con soltura, haciendo una ligera reverencia al patriarca Yuwen y a su esposa—. Aunque por lo que veo, la familia Yuwen ha traído más que palabras hoy.

—Una propuesta de unión, de las que hacen historia —respondió la esposa de Ethan con amabilidad, soltando finalmente a Inei, quien pareció respirar más tranquilo al recuperar algo de espacio personal.

—Me imagino —dijo Lucia sin perder la sonrisa, aunque sus ojos brillaban con malicia. Entonces se giró ligeramente hacia Yeryn, empujándola suavemente con el codo

—. Vamos, ¿no vas a saludar al joven patriarca? Parece que alguien lo tiene bien vigilado últimamente.

Yeryn avanzó con pasos seguros, y aunque sus ojos permanecían neutrales, Inei notó ese matiz en su mirada. No era celos… aún no. Era más como una especie de juicio silencioso. Como si le dijera “¿Y esto qué es?” sin usar palabras.

—Inei —saludó ella, con una leve inclinación de cabeza.

—Yeryn. Me alegra verte —respondió él con sinceridad, dando un paso hacia ella, sin importarle lo cerca que seguía estando Ziyu.

Ziyu la miró de reojo. Yeryn hizo lo mismo. No dijeron nada… pero el silencio entre ambas estaba cargado como una tormenta en el aire.

Lucia, de brazos cruzados, disfrutaba la tensión como si fuera una obra de teatro.

—Qué divertido se está poniendo esto… —musitó para sí con una sonrisa traviesa.

Lucia, con esa chispa juguetona que siempre llevaba en la voz, miró a Xiay con una ceja alzada.

—¿Y bien? ¿Qué fue exactamente está unión? No creo que todo ese ambiente formal haya sido solo algo sencillo como una alianza.

El patriarca Nozen asintió con una sonrisa leve, señalando con el mentón a Inei y Ziyu.

—Inei y la pequeña Ziyu acaban de comprometerse en matrimonio —dijo con tranquilidad, como si anunciara algo cotidiano.

Un segundo de silencio.

Yeryn, que estaba a solo un par de pasos de Inei, se quedó completamente inmóvil. Como si su mente no hubiera procesado las palabras. Su mirada se clavó en el vacío por encima del hombro de Inei, como si buscara en el aire una explicación distinta. El impacto fue tal que ni siquiera frunció el ceño ni cambió su expresión de inmediato… simplemente quedó congelada.

Lucia parpadeó. Una ligera chispa de sorpresa cruzó su rostro.

—Vaya, eso no me lo esperaba —dijo, llevándose una mano a la cintura con una expresión entre divertida y escéptica—. Así que nuestro pequeño Inei ha dado ese paso, ¿eh?

Y antes de que él pudiera decir una sola palabra, Lucia se acercó con determinación, tomó a Inei por el hombro y lo atrajo hacia ella con un tirón. Sin darle tiempo a reaccionar, hundió su cabeza contra sus senos, sujetándolo como una madre traviesa que castiga y felicita a la vez.

—¡Felicitaciones, futuro esposo! ¡Ya eres todo un hombre! —dijo entre risas, moviéndole la cabeza como si fuera un niño travieso.

Inei forcejeó un poco, incómodo por la falta de aire y por la situación en sí, pero no demasiado; sabía que oponerse con fuerza solo haría que ella lo hiciera peor.

—T-Tía, ya basta… —dijo, su voz apagada entre su pecho.

Los presentes soltaron algunas risas discretas. Incluso la esposa de Ethan sonrió, y Ziyu soltó una risita suave, llevándose una mano a los labios.

Pero no todos se reían.

Yeryn permanecía inmóvil. Su mano derecha estaba apretada con fuerza contra su falda, los nudillos pálidos. No dijo nada, no preguntó, no intervino. Pero su mirada, antes suave, ahora estaba opaca… ausente.

Ziyu se giró un poco hacia ella con una sonrisa serena.

—Espero contar con tu apoyo, señorita Yeryn. Tengo entendido que eres muy cercana a Inei.

Yeryn tardó unos segundos en reaccionar. Bajó lentamente la mirada, parpadeó como si despertara de un sueño y entonces, con un leve temblor en la voz, respondió:

—Claro… claro que sí. Felicidades a ambos.

Lucia, que no era tonta, notó todo. Y con una mirada lateral a su sobrina, comprendió el golpe silencioso que acababa de recibir.

Soltó finalmente a Inei y lo palmeó en el pecho.

—Eso sí, no te olvides de las personas que estuvieron contigo desde el principio, ¿entendido? Porque no todo en esta vida se trata de alianzas y pergaminos antiguos.

Inei la miró de reojo. Sabía que esas palabras no eran una broma. Eran una advertencia… una que no podía ignorar.

Ziyu no dijo nada más. Solo se mantuvo serena, aunque su mano se posó delicadamente sobre el brazo de Inei, como marcando su posición.

Yeryn bajó la mirada. Pero algo dentro de ella comenzaba a agitarse. No era rabia… no todavía. Era tristeza… decepción… y quizás, solo quizás, un toque de algo que ella no estaba lista para aceptar todavía.

El ambiente se volvió más relajado después del pequeño alboroto, y en cuanto todos retomaron asiento o posición, Xiay se volvió hacia su hijo con una mirada reflexiva.

—Inei —dijo con voz firme—. Esta noche se celebrará una subasta importante en la ciudad. Me gustaría que me acompañaras. Hay ciertos objetos que podrían interesarte… y algunas personas que quizás debas conocer.

Inei asintió, cruzando los brazos por detrás con tranquilidad.

—Entiendo. Iré a prepararme de inmediato.

Antes de que pudiera dar un paso, la voz grave de Ethan intervino con una sonrisa cordial.

—¿Por qué no vamos todos juntos? De hecho, nosotros también planeábamos asistir. Escuchamos que el salón Miller presentará algunas piezas raras hoy.

Xiay lo meditó por un segundo y luego asintió.

—Una buena idea. Así evitamos movimientos innecesarios.

—Perfecto entonces —dijo Ethan, claramente complacido.

En cuanto la salida conjunta fue aprobada, Ziyu se giró rápidamente hacia Inei, sus ojos brillando con curiosidad.

—¿Puedo acompañarte mientras te preparas? Me gustaría ver… cómo vives aquí. Es tu residencia, ¿cierto? Siempre es interesante conocer mejor al prometido.

Su tono era dulce, pero su intención era clara. Se pegó suavemente al brazo de Inei, como si ese simple gesto fuera ya costumbre entre ellos.

Inei no se movió ni reaccionó mucho, pero antes de que pudiera responder, una tercera voz surgió desde un costado.

—Yo también me uniré —dijo Yeryn, dando un paso al frente. Su tono era sereno, pero sus ojos aún tenían ese leve brillo contenido. Se colocó al otro lado de Inei, manteniendo una postura más reservada que Ziyu, pero no menos cercana.

Ziyu la miró de reojo por un segundo, sin perder su sonrisa. Pero no dijo nada.

Lucia observó toda la escena con los brazos cruzados y una sonrisa amplia, divertida como si estuviera presenciando una obra de teatro muy entretenida. Dio unos golpecitos con el dedo en su barbilla antes de soltar con naturalidad:

—Entonces yo también iré… aunque no pienso bajar a la ciudad vestida como una noble ancestral. Iré a buscar algo más cómodo —declaró con picardía, girando sobre sus talones—. ¡Ah, jóvenes, cómo me entretienen!

Y mientras salía con ese andar ágil, susurró por lo bajo, pero lo suficiente alto como para que Yeryn la escuchara:

—No dejes que te roben el papel de protagonista tan fácilmente, querida.

Yeryn se mordió el labio inferior, sin responder. Pero ese comentario encendió algo en su pecho. Algo que tal vez no sabía que necesitaba oír.

Inei, mientras tanto, caminaba en dirección a su residencia interior, con dos mujeres a cada lado… y un presentimiento extraño flotando en el aire.