Capítulo 14: El eco de las sombras

El viento golpeaba las ventanas como si buscara entrar, susurrando secretos que solo el bosque parecía entender. La cabaña estaba envuelta en penumbra, iluminada apenas por el débil brillo de las llamas que Mina había logrado encender en una chimenea cubierta de hollín. Era un lugar humilde, con muebles viejos, un par de estanterías inclinadas y un aire denso que sugería abandono.

—No sé qué es peor, la tormenta o este lugar —murmuró Mina, frotándose los brazos mientras inspeccionaba una mesa cubierta de polvo.

Aria, con una mirada siempre alerta, escudriñaba cada rincón, su arco preparado. —Algo no está bien aquí. Esto no es solo una cabaña cualquiera.

Sobre la mesa, un objeto llamó la atención de Mina: un espejo ovalado con un marco tallado en madera oscura, adornado con pequeños cristales morados que parecían palpitar con una luz tenue. Al principio, parecía un simple espejo, pero cuando Mina lo tocó, algo cambió. La superficie dejó de reflejar su rostro y, en su lugar, apareció un paisaje oscuro y desolado.

—¡Liam, ven a ver esto! —exclamó, retrocediendo un paso.

Liam se acercó, con Lúminis en la mano. La espada emitió un leve resplandor, como si respondiera al espejo. Aria se unió a ellos, manteniéndose a una distancia prudente.

—¿Qué está mostrando? —preguntó Liam, inclinándose hacia el espejo.

La escena en el cristal era inquietante: una vasta llanura bajo un cielo gris, donde sombras danzaban alrededor de una figura encadenada. Aunque la imagen era borrosa, el grupo pudo distinguir algo familiar en el rostro de la figura.

—Es... Ethan, —susurró Liam, el corazón latiendo con fuerza. —Tiene que ser él.

El espejo emitió un susurro apenas audible. Una voz etérea y distante, como si viniera desde el otro lado del mundo:

—"El sacrificio de la luz traerá la caída de la oscuridad."

Las palabras resonaron en sus mentes, causando un escalofrío que recorrió sus cuerpos.

Mientras intentaban procesar lo que habían visto, Aria notó algo más en la habitación: en las paredes de la cabaña había inscripciones ocultas, apenas visibles bajo la capa de suciedad. Usando la luz de Lúminis, lograron leerlas.

Eran fragmentos de lo que parecía ser una profecía:

"Solo el portador de la luz puede atravesar la sombra. Pero toda luz exige un precio, y no toda oscuridad merece ser destruida."

Liam frunció el ceño, repasando las palabras una y otra vez en su mente. —Parece que esto está relacionado con la espada, con la profecía... con todo. Pero, ¿qué significa exactamente?

Aria señaló otra inscripción, esta vez en una de las vigas del techo. —Aquí dice algo más: *La sangre del pasado alimenta la llama del futuro.*

Mina cruzó los brazos, visiblemente inquieta. —Todo esto es demasiado críptico. ¿Qué quieren decir con 'la sangre del pasado'?

Antes de que pudieran debatir más, el espejo volvió a activarse, esta vez mostrando otra imagen. Un rostro apareció en la superficie: un hombre de ojos severos y barba grisácea. Parecía estar mirándolos directamente.

—¿Quiénes son ustedes? —la voz resonó desde el espejo, grave y autoritaria.

Liam retrocedió, pero no soltó la espada. —¿Quién eres tú? ¿Qué es este lugar?

El hombre en el espejo los observó durante un momento antes de responder. —Este es el umbral entre dos mundos. Si están aquí, significa que el destino los ha traído. Pero cuidado: cada decisión que tomen los acercará o los alejará de lo que buscan. ¿Están dispuestos a pagar el precio?

Antes de que pudieran responder, el espejo se apagó, volviendo a ser un cristal opaco y silencioso.

El grupo quedó en silencio, procesando lo que acababan de vivir. Liam apretó con fuerza el mango de Lúminis, sintiendo el peso de la espada como nunca antes.

—No podemos quedarnos aquí —dijo finalmente, su voz firme pero tensa. —Sea lo que sea esto, está claro que estamos siendo observados.

Aria asintió, colocando una flecha en su arco. —Estoy de acuerdo. Esta cabaña guarda demasiados secretos, y no todos son buenos.

Mina, sin embargo, seguía mirando el espejo con una mezcla de miedo y fascinación. —Pero... ¿y si aquí encontramos las respuestas que necesitamos?

Liam la miró, su determinación inquebrantable. —Entonces las encontraremos. Pero no ahora. Hay algo más grande acechándonos.

Con esas palabras, el grupo se preparó para dejar la cabaña, sin saber que lo que habían descubierto era solo el comienzo de un nuevo giro en su travesía.