Un pequeño líquido brillante de Fuego de Veneno de Loto Almaquemada flotaba dentro del caldero. Había funcionado, a pesar de la extraña oleada de energía.
Se acercó con cuidado y extrajo el veneno, sosteniéndolo en la luz de la luna. El líquido dentro del velo de cristal brillaba peligrosamente, y su tono violeta proyectaba reflejos inquietantes en su rostro.
—No está bien. Ni siquiera es 60% puro. Pérdida... Pérdida...
Kent permanecía inmóvil, mirando fijamente al Caldero Fénix mientras los eventos de los últimos minutos se reproducían en su mente.
Repasó cada paso del proceso, desde encender el caldero hasta agregar el último ingrediente. Cada detalle había sido preciso, sin embargo, algo le roía por dentro—una leve sensación de que había pasado por alto algo crucial. Cerró los puños, sumido en sus pensamientos.
—¿Qué error cometí? —murmuró Kent para sí mismo, la frustración creciendo mientras intentaba recordar el momento exacto en el que las cosas salieron mal.