El líder de los hombres bestia desvió la mirada, su voz quebrándose. —Estamos desesperados. Sin el árbol, nuestra fuerza es normal. Necesitamos su poder para sobrevivir aquí abajo. El árbol se alimenta de sangre, pero ya no podemos controlar su hambre... Intentamos detenerlo, pero ahora es demasiado tarde.
Kent exhaló lentamente, su mirada afilada escaneando el árbol manchado de carmesí, el olor a sangre permanecía en el aire. La situación era mucho más compleja de lo que había pensado inicialmente.
—Me encargaré del jefe del pueblo. Pero primero, esto termina. No más sacrificios. No más sangre —dijo Kent finalmente, su voz firme y llena de determinación.
Los ojos del líder de los hombres bestia se abrieron de par en par, su frente peluda se frunció con confusión. —¿Terminarlo? ¿Cómo? Lo hemos intentado... pero nada funciona. El árbol está maldito con hambre. Está más allá de nosotros.