—¡Dios! ¡Es un árbol Espíritu carnívoro! —susurró Kent para sí mismo, sus ojos se entrecerraron mientras observaba la escena—. Este árbol… es la fuente de su fuerza. El árbol rojo sangre se alimenta de niños humanos y produce frutas que otorgan fuerza. ¡Qué bárbaros! —murmuró Kent con los dientes apretados.
Tenía que detener cualquier ritual que estuvieran realizando antes de que fuera demasiado tarde.
El enorme hombre bestia en la base del árbol rugió algo en su lengua gutural, y Kent observó cómo la multitud de hombres bestia vitoreaba, sus voces elevándose en un rugido frenético. Estaban preparándose para algo, algo terrible.
Kent pensó en entrar directamente y salvar a los niños. Pero decidió primero inspeccionar el lugar.
Silenciosamente, Kent se movió alrededor de la caverna, sus ojos escaneando el área en busca de cada pequeño detalle. Kent se detuvo de repente al encontrar unas cajas de madera llenas de frutas rojas sangre.