¡Rompiendo el Sello!

El área afuera del antiguo Campo de Guerra de los Dioses era un carnaval de celebración. Un campo de batalla masivo rodeado por imponentes muros de piedra que bloqueaban la entrada de cualquiera.

El suelo temblaba mientras los ejércitos de las 33 naciones saludaban, sus banderas familiares ondeando en el viento. Magos Supremos se paraban hombro con hombro, vistiendo poderosas armaduras, portando armas espirituales y listos para la batalla que podría dar forma al destino de sus naciones durante décadas.

Sobre todos ellos, el Maestro del Palacio Real se elevó en el cielo. Sus túnicas plateadas fluían de manera antinatural, sin ser tocadas por el viento. Levantó su bastón alto, y un rayo de luz dorada se disparó hacia el cielo, atrayendo la atención de cada soldado, noble y espectador debajo.