Temprano por la mañana…
El amanecer era suave, sus rayos dorados cortaban el horizonte y pintaban el suelo con un resplandor surrealista. Kent siguió a los Siete Sabios Eternos mientras comenzaban su viaje hacia el terreno sagrado donde se llevaría a cabo el ritual para los dioses antiguos.
Más de mil discípulos seguían detrás, sus pasos resonando con devoción y propósito.
La Dama Ignira caminaba junto a los sabios, pero toda su atención estaba dirigida a Kent.
Cada sabio llevaba un hilo rojo tántrico en sus muñecas, su color vibrante brillando tenuemente con una energía de otro mundo.