¿Quién Morirá Esta Noche?

—Estoy eternamente agradecido por la visión que contaste hace tres años —repitió el hombre ante el silencio atónito de Zina—. Salvaste mi vida y la de mi familia. Por favor, toma mi mano para que pueda guiar tu camino.

Zina dudaba, pensando profundamente en ello. A pesar de ser ciega, nunca había sido de las que dan la mano fácilmente. Para ella, significaba renunciar al control de su espacio más privado. Entonces, comprensiblemente, era un control que dudaba en rendir. El poder de otro guiando su camino.

Solo Serafín la había guiado en los últimos seis años, y ni siquiera eso había surgido precisamente de la confianza. Para Zina, su relación siempre había sido, tristemente, una de beneficio mutuo... aunque fuerte.

¿Era tan sorprendente que tuviera graves problemas de confianza? No. Habría sido más sorprendente si no los tuviera. No después de todo lo que los últimos años le habían enseñado con dureza.