FIONNA
A medida que la Hermana Roja se acercaba, Fionna deslizaba su garra en un amplio arco, apuntando a la mano de la mujer que sostenía su espada. La Hermana Roja saltó al aire, evitando el ataque por escasos centímetros. Aterrizó con gracia y contraatacó con un rápido tajo de su espada dirigido al rostro de Fionna.
Fionna esquivó hacia un lado, sus ojos fijos en la hoja plateada brillante mientras cortaba el aire. Ella respondió con una serie de golpes rápidos de garra, cada uno dirigido al rostro de la Hermana Roja, pues sabía bien que esta era una lucha de belleza y no una lucha de muerte.
La única forma en que las Hermanas Rojas luchaban entre sí era destruir la belleza de una mujer destruyendo el rostro, o destruir la capacidad de una mujer para luchar cortándole la mano. La muerte no existía en su mundo, todo lo que conocían era la destrucción. Y Fionna, por supuesto, tuvo la oportunidad de aprender lo mismo, por lo que esta era una lucha que no podía permitirse perder.