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DAEMON

Demon colocó a Zina en su cama en sus aposentos mientras apartaba los mechones de cabello que estaban pegados en su frente.

Malik Zorch permanecía estoicamente al lado mientras Daemon acunaba a Zina sin querer soltarla todavía.

No sabía si ella lo sabía ya, pero había algo en sus ojos que era locamente posesivo y convincente al mismo tiempo. Era él quien era el Lobo Alfa, y sin embargo, esa noche, se encontró bajo su hechizo, listo y dispuesto a hacer su voluntad.

—Ella dijo que eran un ejército de ellos —afirmó Daemon. Aún sin un informe al respecto, ni evidencia física que respaldara sus palabras, Daemon la creyó totalmente. ¿Cómo no hacerlo cuando la intensidad de la verdad ardía tanto en sus ojos como en la forma en que su corazón latía constantemente... en sus palabras y en su ruego silencioso que pedía su confianza?