No, tú no querrías

Galen sabía que este momento llegaría.

Desde el segundo en que decidió levantar la daga, este momento había pasado a ser un punto fijo en su futuro, un evento inevitable e ineludible.

No podía culpar a Caleb. Si hubiera sido Bell, Galen no estaba seguro de haber podido contenerse tanto como Caleb ya lo había hecho.

—Bueno... —Caleb gruñó.

Galen tragó saliva.

—No estaba pensando —dijo.

Caleb presionó su brazo contra la garganta de Galen, forzando un gruñido ahogado mientras sentía la presión contra su tráquea.

—Pregunté —Caleb gruñó, con sus ojos brillando suavemente—. Qué planeabas hacerle a mi esposa, Galen.

Galen respiró hondo por la nariz mientras pensaba en lo que Fiona le había dicho cuando se alejaron de Caleb y Ashleigh.

[Unas Horas Antes]

—¡Por qué hiciste eso! —Fiona gritó en un susurro mientras empujaba a Galen hacia una pequeña alcoba donde esperaba que nadie los escuchara hablar.

—¿Qué? —preguntó Galen.

—¡Ibas a matar a Ashleigh! —Fiona gruñó.