El Derecho a Elegir

—¿La Muñeca de Primavera? —preguntó Caleb—. ¿Qué es eso?

—Sofía se burló.

—¿Qué? ¿Como si nunca lo hubieras escuchado? —preguntó.

—Sé de una Alicia, y ella es un lobo de Primavera —respondió Caleb—. Pero nunca he escuchado ese... título antes.

—Uhm... —dijo Sofía—. Todo el mundo había escuchado sobre ella en Otoño.

Ella tomó aire y cruzó sus brazos mientras pensaba en eso.

—Pero luego otra vez, secretos, rumores, todo funciona diferente en Otoño —dijo, mirándolo—. ¿Has pasado mucho tiempo allí?

—Caleb negó con la cabeza.

—Tomás y yo no nos llevábamos bien antes de que me convirtiera en Alfa. Le causé un dolor de cabeza o dos en las pocas visitas que hice a su territorio.

—Bien —despreció Sofía—. Las visitas que hiciste, la gente estaba callada, ¿verdad?

—Sí, era una de las razones por las que me escabullía solo. La gente estaba demasiado callada. Me hacía sospechar.