—Bienvenida de nuevo, querida —dijo Corrine con una sonrisa mientras abrazaba a Alicia.
—Me alegra verte de nuevo, Corrine —sonrió Caleb mientras Corrine se movía para abrazarlo a él.
Alicia miró a su alrededor; Corrine sonreía.
—Axel se fue al sur hace unas horas. Tenía que resolver un pequeño conflicto con Frostbite. Debería volver en una o dos horas.
—Bueno, entonces me toca torturarlo por no estar aquí para recibirme —dijo Alicia con una sonrisa.
—Pero mientras tanto —dijo Corrine con una sonrisa amable—, los representantes de Ascua Ardiente llegaron esta mañana.
Corrine se apartó para revelar a una mujer que estaba parada a unos metros detrás de ella.
Alicia miró hacia arriba y allí, frente a ella, ya no era una niña, estaba la chica del burdel. La que había conocido una y otra vez a lo largo de los años. La que había abrazado y consolado. La que en cuyas manos había puesto un cuchillo y le había dicho que eligiera.
Alicia tragó saliva.