Inaudito

Caleb sonrió mientras abrochaba los botones de su camisa. Sintió la mirada de ella sobre él, y aunque fingió no notarlo, disfrutó la satisfacción que sentía emanar de ella.

Ashleigh yacía en la cama, las sábanas cubriendo su cuerpo adolorido. Habían pasado toda la noche consumidos por sus pasiones.

Toda la noche.

Apenas se habían separado hace una hora, y eso solo porque Caleb debía mantener su horario.

Ella lo observaba ahora, sonriendo y tarareando para sí mismo. Se había duchado, afeitado, planchado su camisa, y todo lo demás.

—¿Cómo puedes estar tan lleno de energía? —preguntó ella, acurrucándose en su almohada—. Estoy exhausta.

Caleb soltó una carcajada.

—Tal vez robé toda la tuya —sonrió.

—Definitivamente robaste toda la mía —dijo ella, riendo—. No estoy segura de cómo lograste conservar la tuya también.

Caleb terminó de abrochar el último botón y se arrodilló en la cama para poder besarla.

—Estar cerca de ti me rejuvenece —susurró.