Te Hice Una Pregunta

Peter y Myka estaban sentados incómodamente frente al fuego.

Myka avivaba las llamas con una rama, ajustando los troncos mientras crujían y estallaban con el calor de la hoguera.

Peter tragó mientras levantaba la mirada hacia Myka. Los tonos dorados rojizos del cielo y la radiante luz del fuego lo resaltaban de una manera que secaba la garganta de Peter.

Cerró los ojos para evitar la tentación, pero eso solo hacía que el fuerte olor a madera ahumada del fuego fuera más intenso en sus fosas nasales. Un olor que había sido quemado en sus sentidos con imágenes del cuerpo desnudo de Myka bajo la luz de la luna.

Gemidos y gruñidos de placer susurraban en su oído, y el sabor de la menta y la miel permanecía en su lengua.

Peter luchaba contra los tentadores recuerdos.

—Lo siento —suspiró Myka.

Los ojos de Peter se abrieron de golpe mientras las palabras lo traían de vuelta al presente.

—¿Qué? —preguntó, con la voz quebrada al salir de su garganta seca.