—¡Tú... qué!? ¿Cómo pudiste hacer un juramento tan ridículo! —gritó Ashleigh, levantándose de su lugar en el sofá.
Axel no respondió. Solo la miró con la misma expresión reservada. Sin mostrarle vergüenza ni confianza. Era neutral.
—¡Axel! —ella gritó—. ¡Respóndeme!
—No te debo ninguna explicación —respondió él.
—¡Sí, me la debes! —Ella gruñó—. No te estoy pidiendo que me respondas como tu hermana. ¡Te exijo que me respondas como la Luna del Verano!
La expresión de Axel cambió sólo ligeramente. Un oscurecimiento en sus ojos le dijo a Ashleigh lo que ya sabía. A ningún alfa le gusta que lo desafíen.
Ashleigh dio un paso confiado hacia él.
—Explica por qué el Alfa de Verano está arriesgando su vida mientras tú te quedas aquí escondido. Mientras tus hombres son enviados a la guerra, arriesgándose a diario, ¡cómo pudiste jurar quedarte aquí!