No llegues tarde

—Él está tarde.

—Él estará aquí —suspiró Sofía, moviéndose por la habitación para asegurarse de que todas las cajas estuvieran selladas correctamente.

—Se suponía que debía llegar ayer —dijo el hombre grande con cabello plateado, siguiendo de cerca a Sofía.

Sofía se giró y sonrió hacia él, colocando sus manos en su pecho.

—Soren —ella dijo.

El hombre grande se inclinó y emitió un gruñido suave.

Sofía envolvió sus brazos alrededor de su cuello y lo atrajo suavemente hacia ella para darle un pequeño beso en los labios.

—Él estará aquí —susurró contra su boca.

Soren respiró profundamente por la nariz y luego gruñó en acuerdo.

Sofía sonrió y se alejó de él. Volviendo a asegurarse de que todas las cajas estuvieran listas para irse.

—Estas se ven bien —dijo ella—. ¿Están listos los correos?

—Deberían estarlo —dijo Soren con su voz ronca—. Pero Remi estaba organizándolos.

Sofía levantó una ceja.