Caleb y Saul se habían alejado cuando Sofia llamó al hombre por su nombre. Intentaron respetar su pérdida y dejarla llorar.
Otro hombre llegó corriendo poco después de que llegara Sofia. Caleb lo reconoció como la primera persona que había conocido en Ascua Ardiente, el que lo había llevado a la habitación para esperar al Alfa. Recordaba que su nombre era Remi.
Remi se arrodilló junto a Sofia y Soren justo cuando este último exhaló su último aliento.
Caleb pudo ver que él también estaba superado por la emoción.
Remi pasó su brazo alrededor de Sofia y la atrajo hacia su pecho. Ella no resistió; sus sollozos se habían apoderado de ella.
Después de varios minutos, Sofia pareció calmarse. Sus sollozos se convirtieron en suaves respiraciones y mocos, y las lágrimas que manchaban su rostro ya no fluían.
Caleb dio un paso adelante.
—Él nos salvó —comenzó—. Saul y yo estábamos atrapados. Habíamos sido empujados a una pequeña cueva sin salida.